Silvia era dulce y adorable, con una apariencia que concordaba perfectamente con su edad, lo que hacía que cualquiera que la viera tuviera ganas de abrazarla y besarla.
No había forma de asociarla con algo feo o desagradable.
Ella había crecido siendo alabada y esta era la primera vez
que alguien le decía algo así.
Inmediatamente, Silvia comenzó a llorar de tristeza,
aferrándose aún más a Paulina.
Paulina, ocupada en consolarla, dijo: "No es verdad,
Silvia, no eres para nada desagradable, al contrario, eres hermosa y adorable.
¿Acaso tú no piensas lo mismo?"
Al escuchar esto, Silvia finalmente se sintió un poco mejor,
pero antes de que pudiera decir algo Joselina, al ver que Paulina todavía
abrazaba a Silvia y la elogiaba por ser hermosa y adorable, se le llenaron los
ojos de lágrimas de inmediato: "Tu ya no me gustas, ¡No quiero que seas mi
mamá!"
Diciendo esto, intentó correr, pero Paulina rápidamente
extendió su mano para abrazarla.
Ella no esperaba que Josefina dijera algo tan hiriente.
Aunque estaba enojada, no quería reprenderla delante de
todos y hacerla pasar vergüenza.
La abrazó y le dio un beso: “No te enojes ahora…”
Josefina estaba muy enojada, pero al ver que Paulina la
besaba, su enojo se redujo a la mitad.
Un poco agraviada lloró de repente, exigiendo con más
fuerza: "Entonces... desde ahora no puedes abrazarla ni decir que es
adorable!"
Paulina finalmente entendió por qué estaba molesta.
Estaba celosa.
Parecía que, aunque Josefina decía que no quería a Paulina
como su mamá, cuando vio que alguien más competía por su atención, no le gustó.
Le pareció un poco gracioso, pero no prometió nada y la besó
de nuevo, tratando de calmar sus emociones y alejó a las dos niñas un poco.
Alejándose de la multitud, Josefina aprovechó la oportunidad
para empujar a Silvia fuera del abrazo de Paulina.
Silvia tenía un buen temperamento y aunque le agradaba mucho
Paulina, no tenía un deseo tan intenso de poseerla exclusivamente.
Además, Josefina parecía bastante brava y Silvia tenía un
poco de miedo de ella.
Paulina, abrazando a Josefina, le dijo con voz suave: “Josie,
mamá sabe que ahora te sientes muy cool, pero cada persona tiene su propio
gusto. Te gusta tu estilo cool y guapo, pero también hay quienes prefieren ser
adorables, dulces y tiernos. No puedes insultar a los demás solo porque su
gusto sea diferente al tuyo. Debemos respetar los gustos y preferencias de cada
quien... Mamá sabe que puedes entender lo que digo, ¿verdad?”
Paulina sabía que su hije era realmente inteligente y lo que
decía quizás otros niños no lo entendieran, pero Josefina seguramente lo haría.
Josefina realmente entendió.
También sabía que lo que había dicho estaba mal.
Pero simplemente no podía soportar ver a Paulina abrazando y
siendo amable con otros niños. Apretó sus labios y no dijo nada.
Paulina le acarició el cabello y sacó un pañuelo para
secarle las lágrimas con dulzura: "Está bien cometer errores, lo
importante es corregirlos... pero no puedes volver a hablar así de los demás,
¿entiendes?"
Viendo que Paulina seguía siendo tan amable con ella,
Josefina se sintió un poco mejor, abrazándola y asintiendo con la nariz pegada
en su pecho: "Entendido mamá".
Paulina sonrió y le dio un beso en la mejilla, luego se giró
hacia Silvia y dijo: "Silvia, ella es Josie, mi hija y ya sabe que estuvo
mal. ¿Estás dispuesta a perdonarla?"
Silvia, aunque tenía algo de miedo a Josefina, como Paulina
era tan tierna y le agradaba, asintió obedientemente: "Sí, la
perdono".
"Gracias, Silvia". Paulina sonrió, luego, miró a
su hija: "Josie, ¿qué debes hacer?"
Josefina levantó la cabeza desde el abrazo de Paulina:
"Lo siento".
Silvia sonrió tímidamente: "No... no hay
problema..."
Finalmente, el asunto se resolvió, y Paulina también suspiró
aliviada, llevando a las dos niñas al salón de clases.
El tutor se llevó a Silvia, y Paulina se agachó para mirar a
su hija, diciendo tiernamente: "Está bien, ya pasó, ¿qué tal si entras a
la clase ahora?”
Josefina no se sintió avergonzada ni intimidada de entrar al
aula, a pesar de ser observada por los demás por haber empujado y sido grosera.
Crédito a su respectivo autor/ra.
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