“¡Sí!“. dijo Josefina, claramente entusiasmada. “En una semana es el cumpleaños de la Srta. Mercedez, y esto es un regalo de cumpleaños de papá y mío para ella. Pulimos cuidadosamente estas conchas, ¿no son hermosas?“.
Paulina soltó su abrazo y no dijo más.
Después de esperar en vano que su hija la mirara, Paulina salió de la habitación con los labios apretados en silencio.
Fabiola, al verla, dijo: “Señora, acabo de llamar al señor, y dijo que tiene cosas que hacer esta noche y que usted debería descansar“.
“Está bien“.
Paulina asintió y, recordando las palabras de su hija, llamó a Armando.
Después de un rato, él contestó con voz distante: “Estoy ocupado, hablamos mañana…“.
“Armando, ¿Quién te llama tan tarde?“, se escuchó la voz de Mercedez Lobos.
Paulina apretó el teléfono con fuerza.
“Nada importante“.
Sin esperar a que Paulina hablara, Armando colgó.
Hacía meses que no se veían, y aunque ella había viajado todo el camino hasta Unión Panamericana, él no se había molestado en regresar a casa para verla. Ni siquiera tenía la paciencia para escucharla hablar por teléfono…
Después de tantos años de matrimonio, él siempre había sido así con ella: frío, distante, impaciente.
Ya se había acostumbrado.
En otras circunstancias, habría insistido y le habría llamado de nuevo, preguntando dónde estaba y si podía volver a casa.
Pero ese día, agotada, simplemente no encontró la energía para hacerlo.
Al día siguiente, tras pensarlo bien, decidió llamar a Armando nuevamente.
Dada la diferencia horaria de diecisiete o dieciocho horas entre Unión Panamericana y su país, aún era su cumpleaños en Unión Panamericana.
Había viajado hasta allí, aparte del deseo de ver a su hija y Armando, con la esperanza de que los tres pudieran pasar ese día especial juntos y disfrutar de una comida en familia.
Ese era su deseo de cumpleaños para ese año.
Armando no contestó la llamada.
Después de un tiempo, finalmente envió un mensaje.
“¿Ocurre algo?“.
Paulina: “¿Tienes tiempo al mediodía? Trae a Josie, los tres podemos comer juntos“.
“Entendido, dime la dirección cuando la tengas“.
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